Aquí y ahora, lo importante es el camino. Hay, cierto, un origen y creo que un destino, pero parece evidente que lo que más importa, mientras se está en él, es el camino que se está haciendo. Cuando se yerra, como es, pienso, inevitable, durante el camino, el hecho mismo, a veces sin dolor, otras a fuego, nos marca y tatúa de modo indeleble. Ya, en el futuro, seremos lo que somos, pero con esa marca, cuyo perdón no es suficiente para borrarla del registro de antecedentes de la memoria. No podemos tenernos el mismo respeto que nos teníamos cuando supusimos que podríamos llegar a ser los mejores. En la trayectoria que define a quien llega al final de una etapa o del camino todo, está escrita, con copia en la memoria individual, la historia de cada fracaso personal. Yo no era aquél –nos decimos para tratar de consolarnos-, pero sí lo era. Priestley lo definió de modo magistral cuando más o menos dijo que nuestra vida es como un hilo sutil, que nos mantiene uno y el mismo desde el nacimiento en adelante, en el que se van enhebrando los hechos, pero ese hilo es la esencia, lo que permite, cuando cierro los ojos, ser el mismo niño, joven o adulto de cualquier entonces de mi vida.
Leo unos mazos de folios, proyecto de libros, proyectos de novelas en realidad, que me piden que valore y juzgue. No sé juzgar, no sé valorar. Sé que no me gustan. Me cuesta trabajo seguir hasta el final, pero juzgar. ¿Quién puede juzgar? ¿quién valorar? Cualquier frase banal de cualquier libro que se pase al lector, momentáneamente distraído, puede ser el mensaje que alguien estaba esperando para entender algo. Hay una edad hasta la que se puede, a veces haciendo un ímprobo esfuerzo, ser juez o actuar como si se fuera, pero a partir de esa edad, esa época, ese tiempo, cada juicio es una duda, cada hecho tiene una disculpa, cada acto, incluso disparatado, lo mitigan las circunstancias del caso. A veces, diría, las razones de la sinrazón o las sinrazones de la razón. Una tentación desmesurada, lo mismo que un desmesurado dolor, complicada con la ocasión y las circunstancias concurrentes, pueden determinar un complicado cataclismo personal.
Aquí y ahora, lo importante es el camino, esforzarse en dar cada paso como si fuera el más importante, como en realidad cada uno lo es, al ser un eslabón indispensable del conjunto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario