miércoles, 20 de enero de 2010

Se tejen los sueños, en mi opinión, en parte consciente, en parte inconscientemente, con las agujas de la conciencia y del subconsciente. Los sueños –si es verdad que es el sueño imagen de la muerte- podrían permanecer, puesto que son intangibles, como cualquier evento espiritual, parte de nuestra supervivencia, ya que , si los soñamos, son parte de nosotros. Los siempre inalcanzables, imprevisibles sueños, que son nuestros, pero van y vienen al libre albedrío o tal vez movidos por el viento de la casualidad, pero una casualidad motivada, anclada a los que estamos siendo, en parte queriendo, en parte sin querer. ¿O se mueve el subconsciente, sólo con lentitud, con lo que sobra, cuando hacemos algo deliberado, con los que sobre de la fuerza de nuestro propósito? ¿o tal vez a fuerza de repetirnos en la convicción de los principios o en la consecuencia que suele ser nuestra conducta? Hay, en todo caso, una realidad incorpórea que de alguna manera nos atañe, al reflejarnos o al ser nuestro reflejo en un lugar fuera de nuestro alcance a que llegamos y del que salimos sin querer, a pesar de los esfuerzos que sin duda hace cada cual para huir de sus pesadillas o para permanecer en esos hermosos sueños en que flotamos a veces. Anonada la estancia entre lo que es y lo que no sabemos dónde ocurre y que todo forme parte del privilegio de vivir, que sin duda nos atañe tan de cerca, puesto que mediante él somos lo único y todo lo que somos, dondequiera que lo seamos, formando parte de cuanto existe.

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