domingo, 24 de enero de 2010

El cielo, esta mañana,
enero, Luarca, Asturias,
dos mil diez, siglo, aunque parezca mentira, veintiuno,
el cielo se espesa
de gaviotas y graznidos.
Me pregunto si cuando hayamos abandonado la tierra
las últimas,
indefensas,
erráticas personas, hasta hace poco tan soberbias,
quedarán,
nos sucederán
las miríadas de gaviotas
que revolotean,
graznan,
nos miran con esa terrible, amenazadora
fijeza con que nos miran,
lo siento, esta mañana,
como si me estuviesen clavando en la tierra,
sujetando
a la tierra.

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