miércoles, 27 de julio de 2011

El miércoles se reparten la calle vendedores de todas clases, Desde senegaleses hasta gallegos, todos de pura cepa, que venden pimientos de Padrón e hipopótamos tallados en madera, bolsas, zapatos, libros viejos, prendas de ropa y cintas, todavía, de magnetofón. La gente se aglomera y compra jamones del país a medio curar, quesos de teta y chorizos o churros. Los churros dominan todos los demás olores. Aquí, las crisis benefician, como benefician a los cada vez más numerosos bazares chinos, los todoacién y los cupones de miniloterías, cuanto más baratas, mejor.

Hay un submundo aparentemente sosegado, tirando a feliz, descrito en el margen de cada página del libro del gran mundo. El mundo grande cree que necesita tantas cosas para saciar sus necesidades que le resulta imposible llegar a la orilla de la felicidad.

Pocos eventos más a la vez ominosos y divertidos que las encuestas mediante que hay quien dice que es capaz de calcular con exactitud pitagórica las probabilidades de resultados de cualquier confrontación electoral.

Digo que amenazadoras porque podrían ser verdad y que divertidas porque ¡mira que si lo fuesen!

Auguro malos tiempos para los indignados que peregrinan ya por todo el país y anuncian salidas al extranjero de fuera. Ya tienen supuestos representantes. Ya hay quien que hará o que tiene hecha una lista de reivindicaciones que los satisfarían.

Como diría un sedicente poeta de mi barrio: “¡Ah, los representantes!”

Menos mal que, desde arriba, el sol, como queriendo apuntarse por fin al festejo de las vacaciones incipientes y enterarse bien de todo esto que pasa, apartó por fin el “suave cendal”, que volvería a decir el supradicho poeta, de las nieblas, que el reiterado vate llamaría por cierto “autumnales”, y se nos ha venido a posar sobre, y calentar, calvas y cogotes. Me ablandó tanto las ideas que mi ya amigo, el vendedor senegalés, me vende un precioso hipopótamo de madera oscura que me hago la ilusión de que es de ébano y le confiero y concedo un lugar aquí, en mi refugio, donde será, a la vez que yo, un recuerdo.

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