Juego de nuevo al fútbol, ahora con botones, tal vez el mejor juego de imitación al balompié que se haya inventado, con la ventaja de que un prodigio no cuesta al club las multimillonadas que se dicen pagar por algunos hacedores de goles, goleiros, prodigios del icono redondo, otrora el cuero, el esférico, a bola y no se sabe cuántas denominaciones y eufemismos más.
Con botones de colores, fichables en mercerías donde suele haber señoras mayores, de hablar reposado, lentitud de movimientos y antimacasar en la butaca, se pueden jugar brillantes, vibrantes partidos. La vendedora no comprende para qué puede querer un señor mayor, calvo, canoso y barrigudo como yo, partidas de seis botones que por donde mira no es por donde todo el mundo, sino por los bordes y el bisel, que, de ser como un talud, apoyar bien en le mesa y tener un delgado aro que ribetee hacia abajo, que es hacia fuera en términos del uso normal del espécimen, probable es que resulte un crack ¿se dice así? Por su equivalente en carne mortal, mucho más efímero y sujeto a la tentación nocturna de las discotecas y el noviazgo de cantantes y top models es probable que pagasen los directivos de los equipos punteros el oro y el moro, cifras inimaginables. La señora de la mercería te mira con sus ojos claros, acuosos, dulcemente azules y dice que ésos, como son antiguos y ya casi nadie los usa, te los puede dejar a menos de cincuenta céntimos de euro.
Te los llevas al estadio, los sacas de la bolsa, los sopesas, los pruebas, categorizas sus reflejos y capacidad de rechuez, que es tirar de lado, como si navegases a contraviento, descubres sus virtudes en los diferentes puestos del quipo, mides la capacidad de asociarse con un buen pasador –pasa bien el que desde atrás centra bien, te pone el botonbalón delante del morro y zas. Su primer gol. Vas, entonces y los marcas, les pones nombres, pasarán a la historia del campeonato.
Comparas todo esto con el baile de los multimillones que ¿se pagan en realidad o son de boquilla? dicen que se pagan por jugadores que inexorablemente envejecen o son cazados por otros que ya se fichan para convertir el territorio de la defensa en comanche y se les desconflautan huesos y articulaciones, rótulas, meniscos, músculos y talones de Aquiles. Ni punto de comparación. Mi equipo, que daría a los ases al uso por esos estadios de la Chmpions League sopas con honda y los vapulearía a manita por encuentro, no sale por más de entre cinco y cincuenta euros. Oiga, insiste la viejecita, ¿usted para que quiere esos botones pasados de moda? No le gustarán a su mujer, ya verá. Tengo en cambio estos otros … Miras, remiras, posiblemente éste … de pronto te das cuenta de que se te había pasado por alto un poible fenómeno. Pero, coño, estos ya cuestan a seis euros el ejemplar. Está visto que casi todo se está corrompiendo. La viejecita, inocente, sonríe. ¿Verdad que son bonitos?
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