Está de moda hablar de Cesc, de su equipo de pertenencia, del de eventual destino y de las posibles ramifícaciones del delta en que desemboca este río, más complicado al parecer y complejo que el mismísimo Amazonas, de cuya selva dicen que aún guarda tribus desconocidas y culturas lejanas e ignotas.
Está de moda hablar de Cesc, cuando llega el verano, como lo estaba hasta hace poco hacerlo del monstruo del lago Ness, que a mí me habría gustado ir a tratar de no ver, cuando el monstruo y yo éramos mucho más jóvenes, más que por el monstruo en sí mismo considerado y por lo que a mí concierne, para tratar de probar alguna que otra exquisitez del licor fabricado en el lugar.
Hablemos pues de Cesc, hipocorístico de Francesc, mozo español, catalán, para más señas, que tras de hacer sus master balompédicos en La Masía, escuela del Futbol Club Barcelona de mis amores, emigró a practicarlo a las Islas Británicas, donde, a diferencia de lo ocurrido con la armada invencible y de modo parecido de lo que en otro tiempo y lugar ocurrió a Cesar Augusto, llegó, vió y venció, hasta el punto de que ahora, cuando nostálgico quiere regresar a sus orígenes, se resisten los súbditos de Camelot a permitirle volver, y así llevamos años, que si me voy, que si me quedo, que si le dejamos, que si no, que pagamos por su vuelta, pero no más de lo que nuestra prudencia ahorrativa mediterránea del norte aconseja, que si por ese precio ni hablar, que si continuemos hablando de Cesc, es decir, Francesc, el al parecer deseado, que en mi modesta opinión ya estaría bien de dar vueltas al árbol y tómalo o déjalo, pero hasta este merodeo podría ser bueno para entretener al personal, justo ahora, en verano, cuando no se ha logrado ver todavía este año el monstruo del lago Ness, y al fin y al cabo el whisky ya se importa de toda clase y condición, por más que sea aconsejable reducir su consumo hasta que se arregle esto de las crisis que Juan Cueto, tan divertido como siempre y dispuesto a reírse con y de sus amigos, llamó nada menos que polisémicas y como tantas veces estaba en lo cierto porque casi nadie sabe lo que qu quiere decir cuando las mienta y por eso lo hacemos un poco al tuntún y para tratar de justificar esto de habernos ido de vacaciones dejando el trabajo pendiente para el señor Rubalcaba, que dijo ayer, en un mitin, que el sabe los remedios.
Menudo otoño espera, con sabe Dios qué cepa del microbio de la gripe al acecho.
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