Me dice una amiga que me privilegia con su amistad, una amiga dulce, a ratos, como la miel de romero, a ratos asilvestrada como una leona audaz, cazadora de ñus y cervatillos de la sabana, que eso de la perrita que no es perra, suena como a burda y grosera calderilla de aquellos patacones que llamábamos “perronas” y eran monedas de diez céntimos de cuando los céntimos de pesetina de plata eran algo, diez daban para una caja de cerillas de “clac” y una “perrina”, que era la monedilla de media perrona, llegó a dar, por los años cuarenta, para subir y bajar en el ascensor del metro de donde las cuatro calles, del Madrid reposado de antes de todas las movidas y era lo que costaba una caja de cerillas de las que se usaban en la cocina y para preparar “mariposas” para las lámparas de aceite.
Y por eso me corrijo y digo hoy, que mi perrita, ahora, es ya núbil –cosa que suena como a etérea y un poco digamos como ajardinado y poético- A ella se ve que la mudanza la regocija, porque mueve con especial alegría el muñón que le dejaron cuando nació y algún bárbaro ejemplar de nuestra especie, no sé si hombre o mujer, le amputó el rabo casi a ras de lana, sin ley, justicia ni razón, que diría el Segismundo calderoniano, para semejante agresión sin motivos previos ni más aparentes razones que la de la moda o mera y más sencilla usanza.
Un perro, valga la expresión para ambos sexos, no debería ser nunca privado de por lo menos uno o dos tercios del rabo que constituye medio de expresión obligado de muchas de sus sensaciones. Cuando feliz, suele agitarlo con la rapidez con que el colibrí mueve las alas, cuando triste lo mete entre las patas a la vez que agacha las orejas y busca su rincón de las desdichas. Alzar el rabo pone de manifiesto predisposición al servicio activo. Bajarlo, reticencia.
Hoy, cuando le comento de su nubilidad, se ve que trata de moverlo enérgicamente. Un acierto. A veces, una palabra, puede ser como una caricia.
Hasta para las perritas que ya son núbiles.
¿O será que trataba de mover el rabo porque me vio con el mando en la mano, dispuesto a llevarla a la calle?
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