sábado, 14 de julio de 2012


Me acuerdo mucho de Salvador Fuente, durante muchos años encargado, jefe y regidor de la publicidad y las relaciones sociales de la Caja Rural de Asturias, y, como consecuencia, de otras muchas de España, que aprendían de sus mañas, gracias a las cuales, parecía que aquellas minúsculas pesetas se multiplicasen durante cada ejercicio y como él decía, sin embargo de manejar tan poco, con frecuencia, “cubríamos el cielo de Asturias” con el nombre de nuestra empresa financiera.

Colaboró en la creación, desarrollo y consolidación de la Fundación que permitió a la Caja Rural de Asturias participar en numerosas actividades culturales y lúdicas. Y le quedaba tiempo para asomarse a la radio y charlar con los paisanos, que escuchaban, embelesados, la mínima terapia socionatural que les ofrecía para resolver pequeños y a veces hasta medianos problemas para lo que representó cimentar una industria agropecuaria asturiana. Que evidentemente no era la solución, pero dio de comer a mucha gente durante muchos años. Y todavía.

Seguro que a Salvador se le ocurrirían “cosas” para esta situación de emergencia en que evidentemente está ahora mismo la Asturias de nuestros pecados, pero también de nuestras virtudes. Si te pisan, decía, es normal que el dolor te haga saltar. Aprovéchalo. Te permitirá cumplir el lema olímpico: “citius, altius, fortius”, cuanto más te haya dolido.

Cuando se le ocurría algo, sabía siempre dónde se ocultaban el artesano o el artista capaces de darle forma o de interpretar para llamar la atención y que el mensaje se propalara.

La gente se reía a veces, otras, se enfadaba: “este Salvador”, pero él a lo suyo, que solía ser lo de su empresa. Porque había que ser los mejores. En todo: en pagar, en exigir, en servir. Y si no se lograba, bueno, pues eso ya no era cosa nuestra, porque en la vida, a veces, o no se puede o por esto o por aquello, se fracasa. Y entonces es cuando, casi siempre con trabajo, es cuando hay que levantarse y volver a probar.

Justo lo que está pasando ahora. Pero para volver a probar conviene quitar y poner piezas, conservar las que valen y apartar, aunque no sea más que para reciclar, las que están gastadas, fatigadas, o que, simple, sencilla y llanamente, lo que pasa es que no valen.

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