lunes, 23 de julio de 2012


Y ¿ayer? ¿Estuviste ayer? ¿Dónde? ¿Tienes coartada para el domingo?

Tuve aprensión, ¿tal vez miedo?

El miedo, cuando te haces mayor, adulto, viejo, anciano y senil, sucesivamente se va mudando de forma y textura. No es mayor, menor, más o menos monstruoso de aspecto. Va siendo diferente.

Te asusta y acoquina, si te coge, sobre todo, descuidado. Buscas entonces una postura, te refugias en ella y corres el riesgo, como todos los ancianos, de dormirte flotando en un vago mar de recuerdos, que te acoge, te mece, fantaseas y de repente un rayo de sol entra en la galería y te da un sopapo de calor. Uf. Duele, ahora, la espalda.

Ya escribiré luego. Pero echas una ojeada a las noticias y se te queda la pluma en la mano –la pluma es el al ordenador un propósito de escribir, una añoranza de más allá del bolígrafo, cuando aquellas plumas del capuchón y los borrones-, al descubrir la cantidad de catástrofes que puede desencadenar cualquier gesto banal. Alguien tira una colilla y arden miles de hectáreas. Cada hectárea, me decía durante su informe en un pleito aquel perito agrícola, luego ingeniero técnico agrícola, viene a ser el terreno marcado para delimitar un partido de fútbol. Miles, al azar, abarcando casas y pueblos, sueños y recuerdos, árboles, bosques, sotos y las bestezuelas que los pueblan y les arrancan ese sonido incomparable de la música del bosque.

Y por añadidura, nos informan los famosos expertos, tal vez sólo augures con la carrera a medias, de que el lunes, es decir, hoy, nos acosarán un poco más los especuladores.

Me apunta mi otro yo, pensativo, sentado en el alféizar de la ventana, que él es virtual y así se ha evitado la tragedia de envejecer y puede colocarse ahí, en su otero, con la piernas colgando en el vacío del paisaje, sin miedo y sin tacha, que a lo mejor a alguien se le ocurre subdividir la zona euro como las medallas olímpicas, en zona euro de euros de oro, zona euro de euros de plata y zona euro de euros de cobre.

Dejo el documento salvado, pero ya que me preguntas, ahí está. Mi coartada del domingo. Laila me mira compungida. Hora de salir ¿recuerdas?  

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