“Vengo de aquí, es mi gente, la clase trabajadora cualificada fundiéndose con la clase media, ese grupo amorfo e inadvertido que combatió en dos guerras defendiendo a su país, pagaba sus impuestos, se aferraba a lo que quedaba de sus tradiciones. Habían vivido para ver ridiculizado su simple patriotismo, desdeñada su moralidad, devaluados sus ahorros. No creaban problemas… Y si se quejaban de que sus ciudades se habían vuelto extrañas, ajenas, o de que a sus hijos les daban clase en escuelas atestadas en las que el noventa por ciento de los niño no hablaban inglés, los que vivían en circunstancias más holgadas y cómodas les sermoneaban sobre el pecado capital del racismo. Sin protección por parte de los contables, eran lecheras de la rapaz Hacienda Pública …”
(P.D. James; “Muerte en la clínica privada”; 1ª edición junio 2009; ediciones B,S.A; Bailén, 84, Barcelona; pags. 47/8). -
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