lunes, 15 de noviembre de 2010

-Acabas de escribir acerca de una catedral.

-En realidad creo que estaba escribiendo respecto de las catedrales en general, con ocasión de mi visita a ésta en concreto.

-¿Sabes cuál era el estilo de construcción …?

-No, por favor. No me examines. Distingo en cada catedral que visito, por lo general, diferentes épocas y estilos. Las catedrales tardaban en hacerse muchos años. Intervenía mucha gente. Varios maestros. Canteros diversos. Casi todas son una mezcla de románico, que advierto tallado en piedra, y gótico, cuando aprendieron a conjugar la piedra con el aire. El románico se dice hablando, el gótico se canta. Cada catedral que visito es una gigantesca manifestación colectiva de fe, a veces llena de dudas, de vacilaciones, de contradicciones, que expresa un amor a veces embriagador, otras que los amedrentaba, y se manifiesta con esperanza, a veces llena de dudas. Una catedral es la manifestación intrincada de una cultura tallada en piedra y por consiguiente de algún modo petrificada.

-Se están desmoronando, dicen.

-No importa. Cumplieron su función y devuelven los materiales al universo efervescente todavía, en plena consecuencia del estallido, o si quieres, del secreto acontecimiento de una creación, que sigue en marcha, como la vida es una continuación del nacimiento de cada ser. El big bang famoso no tiene por que haber sido o seguir siendo un estallido tremendo. Podrá haber sido un gesto de algo tan inconmensurable que no podemos imaginar. Una simple, sencilla, mínima arruga en la textura de la eternidad

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