viernes, 5 de noviembre de 2010

Me preocupa que alguien me pida un comentario de su obra. Su obra suelen ser unos cuadros, unos textos, fotografías, poemas. O que me llamen para formar parte de un jurado. O, lo que casi es más grave, que me soliciten para hacer la presentación de una obra o para comentarla o para que escriba un prólogo.

Si un jurado ha de debatir respecto de obras de autores consagrados, suele enzarzarse la discusión. Casi todos los propuestos merecen recibir el premio de que se trate. Se hace, al obtener el fallo, una justicia ocasional, a que contribuyen las maniobras, a veces complejas, de grupos de componentes del jurado, puestos de acuerdo o no, muy frecuentemente, más para que no resulte elegido éste que para que lo sea este otro. Si el jurado se enfrenta con un tropel de ansiosos noveles, pocas veces hay uno que destaque, y es tan laborioso irlo separando de la multitud de los demás que cuando te enfrentas con su obra ya estás cansado, distraído, en peligro de no darte cuenta.

Es peor, sin embargo, puesto que los criterios, en muchas ocasiones la paciencia, la sagacidad o el oficio de los demás miembros del jurado, tener que estar solo ante una obra también única, que debes enjuiciar consciente de que lo harás desde tu peculiar perspectiva, motivado por cualquier circunstancia en que te encuentres, sin decir demasiado ni demasiado poco.

Se trata, casi siempre, de artistas a quienes conoces y normalmente aprecias, y te gustaría hablar bien de su obra, pero tampoco se debe engañar a quienes van a leer lo que escribas o escucharán con atención, incluso confiando en ocasiones en ti, lo que les aconsejes y digas.

Suelo aplicar mi mejor voluntad a mirar las cosas desde la mejor perspectiva posible. Ya que por otra parte, considero que cualquiera de esas obras, que a mí me parecen buenas o malas, son todas obras de arte que definen la capacidad que alguien tiene de expresar lo que siente y tratar de contárselo a los demás. Pienso que la piedra de toque para identificar al artista vocacional de quien no lo es, consiste en diferenciar a quienes quieren comunicar para compartir de quienes pretenden resultar deslumbrantes para asombrar. Sin olvidar la dificultad adicional de que también algunos de los últimos. Es muy difícil, tanto cuando se actúa en solitario como cuando se actúa colectivamente y tu voto puede ser decisivo, o tu argumentación convincente

No hay comentarios: