jueves, 11 de septiembre de 2008

La vida es una sucesión de estados críticos en que crecemos o elegimos en cada encrucijada, y de estados que llamamos normales. El estado normal es la etapa, rutinaria o no, durante que tengo la sensación de ir penetrando en el bosque, hallando o improvisando caminos a su través. De pronto, se produce una crisis, que puede ser personal o afectar a un grupo social. Al fin y al cabo, un grupo social no es más que un cuerpo más grande, que abarca a más personas y ha de equilibrar el comportamiento conjunto para que sea posible convivir. Las crisis son estados más o menos patológicos, durante los cuales hay que hacer esfuerzos extraordinarios para reequilibrarse o reequilibrar el conjunto. Suelen producirse cuando cada desequilibrio diferencial se acentúa, en lo personal o en lo social. –

Ahora estamos en el turbulento seno de una crisis económica, que a la vez procede y es motivo de nuevos desequilibrios político sociales y político económicos. Requiere mano firme, decisiones acertadas, búsqueda de equilibrios. Necesitamos, la gente, tener claro el organigrama social en que como persona y como grupo de personas hemos de movernos en un futuro previsible, y luego, hacer lo que esté en nuestra mano para que se repartan el acervo material y el cultural de nuestra aldea global, que ya es el mundo, ahura tan pequeño.

La tentación de los insuficientes, por falta de capacidad o falta de capacidad, es poner remiendos. Los remiendos de hoy son desgarraduras de futuro más o menos próximo.

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