Ni siquiera sabía cómo se llamaba, ni lo supe hasta que dieron la noticia de su muerte, pero desde que escuché sus primeras retransmisiones de los partidos de fútbol, ninguna otra ha vuelto a divertirme como él lo hizo con las suyas, apoyado en Kiko Narváez y Julio Salinas. Ignoro si su desenfado pudo molestar a algún estrecho de esos que siempre hay o parecer, como también he leído estos día que las retransmisiones que hacía eran “poco técnicas”, para mí, quiero dejar constancia escrita de que fueron inolvidables, originales, divertidas y capaces de salvar incluso el aburrimiento que ahora producen algunos partidos de fútbol maquinados por profesionales del antifútbol y el antideporte defensivo en general, que han llegado a suponer justificables esas que llaman “faltas técnicas” o “faltas tácticas”, para ellos explicables y hasta justificables al igual que las feroces tarascadas de algún que otro profesional de la zancadilla, el rodillazo o el agarrón susceptibles de detener, aunque sea a costa de lesionar, al artista contrario, de otro modo para ellos inalcanzable.
Ahora he descubierto que se llamaba Andrés Montes y que lo echaron de la cadena que antes había tenido el acierto de permitirle espero que crear una escuela, un modo de hacer, que alguien será, también espero, capaz de continuar y seguir desarrollando con pareja fortuna a la de la arrolladora originalidad de este profesional, tan capaz de transmitir la emoción del encuentro que así lo merecía como de divertir aunque se tratase de uno cualquiera de esos soporíferos ejercicios de oposición al empate a cero que con tanta frecuencia nos invitan a echar un sueño, ahora que las transmisiones suelen hacerse a horas cada vez más intempestivas. Descanse en paz.
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