domingo, 4 de julio de 2010

Los sueños son, como las telarañas, sutiles, quebradizos. Se recubren de mañana de alineadas gotas iridiscentes de rocío, como sartas de imposibles piedras preciosas, pero de un manotazo cualquiera puede reducirlos a recuerdo de lo que fueron, como si no lo hubieran sido nunca. Los sueños son como pequeños tesoros sin valor para nadie, si no es el mismo soñador, pero que cualquiera puede con una palabra sola o si acaso una frase, reducir a basura cenicienta. Los sueños, en fin, como dejó dicho Calderón, por boca, para que no se nos olvidara, de Segismundo, sueños son, es decir fragmento de ilusión tejido en el semisueño de la duermevela, solubles en el agua viva de la razón y dispersables por la más leve brisa, en cuanto se hacen polvo de recuerdo.

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