Quisiera, cada vez,
tener algo que darte,
llevarte
a comprar un juguete al bazar.
Quisiera, cada vez,
encender tu sonrisa ante algo inesperado,
plantar en tu jardín un inmenso arriate
de inesperadas flores, fuera de estación.
Quisiera, cada vez,
borrarte para siempre,
del desván, del abismo
de tu memoria, cualquier posible tristeza.
Quisiera, cada vez,
saber decirte cuál es el camino
donde no hay desalientos,
ni obstáculos.
Pero me quedo pensando, de pronto,
recuerdo
que no hay más vida que la vida
de cada uno
y que la vida es sombra y luz, dolor
que debe cada uno ir sorbiendo,
sorbo a sorbo, paso
a paso,
hasta nadie sabe dónde,
hasta nadie sabe cuándo,
con la vida,
el amor,
doliéndote en el pecho, de esperanza.
Quisiera, cada vez,
contártelo, compartirlo,
pero,
en silencio,
me limito a estar contigo.
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