Me acerco y asomo a la mar, hoy en calma, y te supongo, desconocida, pero sin duda y puesto que puedo imaginarte, posible, también mirando la misma mar desde el otro lado, más allá del horizonte y suponiéndome a mi como posible.
Coincidimos, durante este preciso momento, sin conocernos, dos meras posibilidades. Podría escribir unos versos y tú podrías escucharlos, y, con tu arrobo, halagar mi ego poético, tampoco vayas a creer que demasiado importante.
Me limito, déjame que te cuente y confíe, ahora que no nos escucha nadie, que canto porque me gusta cantar, sin demasiada preocupación por si lo hago bien o mal. Lo cual no quiere decir, desde luego que carezca de la ilusionada ambición de escribir por lo menos u día por lo menos un poema, que merezca ser recordado, pero sé que es difícil. Lo que hago entonces es escribir mucho, por si acaso.
Hoy se respira norte, sabe a norte el acelerado aire que pasa. La ilusión la producen las gaviotas, que vuelan muy altas, con sus gañidos y graznidos.
Necesitaba decírtelo, por si existes. Es casi Navidad.
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