9 de enero y no apuntan flor las mimosas de la ladera. Y si no florecen alrededor del día 15, ya saben, vendrá un verano destemplado en gris, pero no hay que adelantarse. Por ahora, mirar todos los días, no sea que se adelantes y avisen de que el verano que viene será insoportablemente caluroso, deslumbrante, y, como consecuencia, nos inundarán los guiris, sacando fotos hasta la extenuación.
Se ha puesto de moda. Mejor hay que decir que era una vieja aspiración humana, sacar fotos a diestro y siniestro, que costaran poco y pudieran verse en seguida.
Dije ya alguna vez que mi abuelo, poco antes de las guerras, vendía, en su Oficina de Farmacia, que entonces se llamaba Botica y para cuando yo nací tenía algo más de un cuarto de siglo, perfumes de París y aparataje fotográfico de Kodak .los anuncios decían que: ”vacaciones sin Kodak”, eran “vacaciones perdidas”, y una airosa damisela flotaba en el aire del anuncio de la revista o del periódico portando una Kodak, que lo más frecuente era que fuese de fuelle y que hiciera fotos de 6 por 9-. Y cuando cumplí los cinco años, me regaló una Brownie Baby, la más elemental de Kodak, de bakelita, en forma de dado, que hacía fotos de 4 por 6 y medio, en blanco y negro, con su funda cuyo olor a cuero recuerdo. Todavía la tengo y haría fotos si se encontrasen rollos de aquellos de emulsión sobre papel. Preferentemente, dado que era de foco fijo, decía el folleto de instrucciones que se debían sacar a unos tres metros de distancia del objeto o la persona fotografiada y estando dicha persona de cara al sol y el fotógrafo -¡ojo!, no salga su sombra en la fotografía!- de espaldas. También tengo la primera foto que hice con ella, en la playa, a mi madre, sentada en un banco de madera pintado de blanco, que, por pura casualidad, es una de las mejores fotos que hice en mi vida. Un poco más atrás, perfectamente visible, está sentada en la arena mi hermana, y más atrás aún se puede distinguir a Dolores, la bañera, que alquilaba casetas para vestirse y desvestirse y cuidaba los bancos, banquetas y sombrillas que se le encomendasen.
Cinco duros, costaban aquellas máquinas.
Durante más de un cuarto de siglo, miré con envidia las Leicas y las Contax, de los ricachos y, tras de haber pasado por muchas cámaras, sólo tres cuartos de siglo después conseguí una de las más modestas compactas digitales de Leica, sin dejar nunca de hacer fotos y más fotos, sucesivamente con Canon, Olympus, Minolta, Pentax, Nikon, Sony y Agfa, todas ellas, salvo la Canon EOS, de las más baratas. Mi primera de 35 milímetros fue una Agfa regalada, de objetivo fijo –costaban mil quinientas pesetas de 1959, entonces una fortuna-, con la que hice ilusionadas y por ello hermosas fotografías. Y recuerdo que con mucho trabajo, me compré hace cincuenta años una Voitgländer, casi dos mil pesetas de 1964, también de objetivo fijo, que cuidé como un tesoro y que alguien me regaló una Rolleiflex mini, que me ilusionó extraordinariamente. La primera, -y única hasta que hace poco dispuse de una Olympus digital con alternativa de ojo de pez- óptica intercambiable fue una Canon, pero tampoco tuve gran variedad de objetivos y sólo llegué al “ojo de pez” con Olympus hará un par años o tres. La foto que encabeza el blog está hecha con él y a mí me gusta. Si no fuera así, claro, no la habría colgado ahí, a la vista de cualquiera que pase. Me divierte sobremanera que retuerza edificios, cruces y farolas en los bordes de la desbordada foto, que coge inesperados paisajes.
Por eso comprendo la afición, de pronto desatada por los precios –que también a mí me permitieron pasar comprar, vender y destrozar, que de todo hubo, por el rosario de marcas que enumero- y las facilidades, de las máquinas de retratar compactas, digitales, que ahora se disparan como un chisporroteo en cualquier acontecimiento donde la gente se reúna a millares. Y que por la calle se circule por entre gente que retrata a otros que se dejan retratar de uno en uno o en grupo, y que retrata paisajes y rincones, en un constante crepitar de digitales compactas de todas las marcas, tamaños y formas.
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