viernes, 14 de enero de 2011

La excelente noticia de hoy la da en la ladera del monte, la proclama, todavía discreta, pero evidente, la mimosa, que ha empezado a florecer justo en su época, tal vez este asomo un día adelantado respecto de ese quince de enero crítico, transcurrido el cual se habría, en su caso, retrasado.

El mundo sigue girando entre gritos, convulsiones, miedo a que no llegue a tiempo suficiente dinero o no se produzca a tiempo la imprescindible organización, no se den el orden y el concierto mínimos para mantener estirada durante este perverso año la cuerda del funámbulo social de que formamos parte, la mimosa, puntual, como una pudorosa muchacha núbil apenas cubierta por el velo de novia, ha amarilleado en la ladera.

Sigue peleándose la gente “por un palmo más de tierra”, insiste el capitán pirata de Espronceda, muerto de risa, que en esos primeros brotes, apenas insinuados si me apuráis, y sin embargo ya indudables, reside la esperanzada, ya dije, excelente noticia de este día.

La vi esta mañana, cuando iba con un puñado de música y su letra en el bolsillo, iba conmigo el río. Tan conmovidos ambos que al río se le advertían temblores en el murmullo de su agua viva y a mí se me olvidó que los viernes son los días de la semana que yo pago los periódicos.

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