Cada día veo que se acercan, que no sé quién los mueve, los Reyes al Portal. Se les nota cansados, vienen polvorientos de caminos y trochas, montes y collados. Los Reyes. Ya dije a mis nietos: hay que poner más reyes porque sois muchos y la tradición se ha quedado con tres, pero pudieron, hay quien lo dice, ser muchísimos más. Quién sabe si hasta podrán haber sido más de cincuenta, entre maestros y discípulos de la Astronomía y la Astrología. Figurémonos el cortejo, entre jaimas de los beduinos. Un Niño. Buscan un Niño que ha encendido una Estrella, la Estrella. Algo tienen, Niño y Estrella, que les ha obligado a formar sus cortejos y venir, ir a ver qué está pasando en el mundo, qué crisis hay, mayor que la del año 29 y la del siglo XXI de los dosmiles.
El mundo, inquieto, revisa la historia reciente. Nunca hubo nada igual, desde el Renacimiento, desde el descubrimiento de América, desde la toma de Granada o la batalla de Waterloo y la Revolución Francesa. Y más importante fue el nacimiento de este Niño, capaz de encender estrellas en el Universo y hasta quizá galaxias o agujeros de los que llaman negros, pero nadie sabe di del otro lado, a la salida, son blancodeslumbrantes, más que el ampo de la nieve.
Habrá que poner una por una las piedras de la cimentación del mundo nuevo, la sociedad soñada.
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