Es muy probable, en respuesta a tu pregunta, que llame poderosamente la atención una sociedad tan próxima y sin embargo tan diferenciada como es la nórdica respecto de las nuestras, tanto europeas continentales como mediterráneas. Por unas u otras razones, todas nos diferenciamos de noruegos y suecos, dispersos y escasos sobre un territorio para nosotros inhóspito, con unas costumbres para nosotros incomprensibles.
Por eso se ha desatado esta afición a la novela negra sueca, noruega, puede que hasta danesa. Nos habla de gente que nos parece alienígena y poco menos que imposible. Que se nos cuela en casa de rondón y nos refiere lo que suele hacer y su particular decepción, personificada en el escepticismo de una policía que tampoco comprende las costumbres que han subido al norte los y sobre todo las turistas, deslumbradas por la admiración y el afán de proximidad y obsesiva exhibición sexual de los hombres morenos y apasionados del sur.
Nos sorprende esa capacidad de ensimismamiento de la gente dispersa sobre un amplio territorio aparentemente más inhóspito de lo que en realidad es, sobre todo para sus habitantes, se han acostumbrado a pensar mucho y hablar poco. Pensar mucho te enreda en laberintos a veces sin salida, hablar poco te convierte en persona huraña, casi incapaz de gritar para liberarse de los problemas.
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