jueves, 17 de mayo de 2012


Recién nacido el día, renazco una vez más,
hoy,
17 de mayo del año 2012 de la Era Cristiana,
un día entre los días,
una brizna de tiempo y de espacio, un mínimo suceso
en la historia del padre sol,
de todos sus planetas,
esferas de silencio y soledad,
que giran
alrededor de la insólita capacidad de pensar
de los humanos.

Hay nubes,
deshilachadas,
que insisten en bruñir el azul del cielo, esa mirada,
fría
con que cada mañana nos mira desdeñoso el espacio
a los cada vez más enfebrecidos humanos.

Sale la primera barca a la mar,
bajo un dosel de gaviotas. La miro sin ver,
me cubre
la niebla de mis pensamientos.

No hay, en los pueblos semivacíos como éste,
casi nadie en la calle. Un hombre apresurado, dos mujeres,
en la esquina,
que comentan el penúltimo chisme. La periodiquera,
aterida,
me embolsa y da el periódico. Hace frío –dice-,
el periódico viene otra vez lleno de letras coleccionadas,
domesticadas,
clasificadas en malas y peores noticias. Algunas,
recuadradas de luto, dan cuenta de los muertos
recientes,
caídos en la batalla del vivir cotidiano.






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