Anoche, que no dormía, me puse a echar cuentas sobre
diecinueve mil millones de euros, en número, 19.000.000.000.
Divididos entre cuarenta y siete millones de españoles, en
número, 47.000.000, tocaríamos a algo más de cuatrocientos euros, en número,
400, por cabeza de español, sin distinción por religión, raza, sexo, edad o
estado. Es decir, que por familia de a cuatro, nos tocarían mil seiscientos 1.600 euros.
Si esos euros existieran o pudieran producirse en un tiempo
razonable, pongamos alrededor de un siglo, equivalente a dos generaciones a una
media de cincuenta años, creo, probablemente ingenuo de mí, que estaríamos
fuera de todas las crisis habida y por haber de la historia del mundo mundial.
Du cualquier modo, que se utilicen por alguien y para algo
cifras de ese jaez y semejante magnitud sideral, parece como que induce al
optimismo más radiante.
Una catarata de euros.
Algo parecido a las de Iguazú, nueva maravilla del mundo, o
a las del Niágara, eterno destino de las lunas de miel de la más sosegada
burguesía americana.
Euros y euros, todos redondos, que así era de siempre el
dinero, hasta que se inventaron, para resumir, los aún más malhadados billetes
de llevar enroscados y sujetos con una gomita en el bolsillo del ricacho, ahora
desembocados, para resumir todavía más, primero en los ya desprestigiados
cheques, talones, letras y pagarés y por fin en la triunfante tarjetita de
plástico, capaz de meternos de rondón en el descubierto de cuenta, abrumador de
intereses.
Redondez del dinero, decía la copla: “pa que ruede, y malage
el que lo pare”.
Parece que la línea roja del gasto está pintada unas miajas
más allá de los diecinueve mil, tal vez veinte mil, o acaso veinticinco mil
millones de euros. Decían que “ancha es Castilla”, y escribió Gerardo Diego que
“Guadarrama afila sus garras de piedra, llamaban Castilla a unas rocas altas”.
“Cosas veredes …”
Me pregunto si habré echado mal, entredormido como ya
estaba, las dichosas cuentas.
Puede.
Lo cierto es que me dormí con la misma dulce placidez que si
contara oveyes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario