jueves, 24 de mayo de 2012


Escríbeme un poema,
y te cortaba palabras de mi más íntimo jardín
para hacer el ramillete de cada estrofa.

Otro, y otro, y, así, incansable. Decías
que no ibas a cansarte nunca, pero los poemas,
al poco rato se hicieron caricias de tus manos,
telarañas
de tus frágiles manos,
y tuviste la boca
llena de besos. Se te veía.

Dame –pediste- un beso,
luego,
ya sabes lo que pasó,
que no pasó nada, y la vida fue otra,
no supimos
de nosotros nunca jamás Puede
que en otro mundo paralelo, nuestras contrafiguras,
ahora mismo, estén juntas,
apasionadamente entregadas
a una vida que nunca tuvimos
más que al alcance de la mano, de un paso más,
de otro beso
de los muchos que se nos quedaron en la boca
como palabras calladas,
silencios imprevistos.



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