Se interrumpe el periódico digital, todavía incipientes los
mecanismos de comunicación, se retuercen, los comunicantes, cuando se les
estrechan los canales, muere, entre violentos estertores, un mundo que en su
día se había puesto a adorar al becerro de oro del progreso.
El becerro de oro tenía los pies de barro.
No hay más que evolución. Todo va en un puñado hacia su
destino y nadie volverá hasta que recorra todo el inmenso arco de la
supervivencia de la galaxia, y todavía es posible que entonces hayamos resuelto
la incógnita correspondiente y hayamos superado otra andana de misterios y
lleguemos, convertidos en el buen padre Dios sabe qué, a los mundos de más allá
de los agujeros negros, donde universos enteros se entrecruzan como
inconmensurables canicas.
Desde una perspectiva como esa, me parece menos importante
todavía el esfuerzo de esa media docena de cuitadiños que se retratan en las
escalinatas de los palacios y se disponen a cambiar el rumbo inexorable del
final de nuestra época.
Ayer descubrí, lee de aquí, busca de allá, ahora que casi
todo cuanto la humanidad conoce está al alcance de la red, la crucifixión de Mathias
Grünewald y se me erizaron las ignorancias pendientes bajo la piel del
conocimiento superficial que nos recubre a la gente de este tiempo de
encrucijada.
Supongo que la sensación de vacío que acompaña a la vejez,
errante por entre tantas ruinas de posibilidades de haber aprovechado más el
tiempo, aprendido más, afinado la comprensión y el sentido estético, cuando se
abre al final de trayecto un paisaje abierto a los más sugestivos y
apasionantes horizontes que lindan con lo que casi inmediatamente se irá
haciendo cognoscible, será una sensación que estoy compartiendo con una ingente
multitud de personas que me precedieron y me han de seguir en la historia de la
gente sobre la tierra.
Una sensación de voracidad insaciable, con que la Sabiduría
nos atrae y de que nos son más que señuelos los atractivos que se suceden de
este lado del espejo, donde es la ansiedad de saber que nos conmueve la que
mueve el tiempo de aprendizaje.
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