Apartan del proscenio sus antiguos amigos a Rodrigo Rato y
Francisco Alvarez Cascos. Es tal vez ley de vida política, pero sus antiguos
amigos pronostico que lo lamentarán en ambos casos. No había, en mi opinión, ni
en uno ni en otro, relevos conocidos. Si bien, reconozco que podrían, que
pueden aparecer, en las filas de los más o menos nuevos que ocuparán los
puestos correspondientes.
Me alegro de no estar encuadrado en ningún partido político.
Es como no llevar carpeta de instrucciones, no saber cómo reaccionar ante cada
propuesta de cada encrucijada, cada alternativa, cada dilema. No hay nadie,
sino los principios morales y el criterio subjetivo, todo ello bajo la atenta
vigilancia de la conciencia personal de cada quien.
Apena ver cómo se desdeñan posibilidades de hombres con
acreditada capacidad. Porque podrán, siendo como ambos son, estos dos, suscitar
adhesiones y simpatía o malquerencia y antipatías sin cuento, pero a cambio,
ambos ofrecían la experiencia y la capacidad, en momento como éste, en que es
necesario aferrarse al timón, conscientes de las averías
y la fragilidad del aparejo, sabiendo aprovechar vientos que vienen azotan casi
de proa y mantener navegando a barlovento el rumbo. No va a ser fácil.
Personalmente, deseo a los beneficiarios de esta situación
los mayores aciertos. Falta nos hace a todos que los tengan y atinen y les
quepa la posibilidad de aplicarlos.
Porque es tiempo de sembrar, el más arduo, tedioso y difícil,
habida además cuenta de que la semilla es escasa y no se sabe cuál queda
aprovechable en el acervo del hórreo, pasado por tormentosos tiempos que todavía
no se advierte con nitidez que aclaren.
Mucha gente hoy se alegra y disfruta de haber participado en
el acoso y derribo de estas dos personas. Ojalá, aunque a mí personalmente el
hecho me entristezca, acierten en beneficio de todos.
Al fin y al cabo, yo, que sé que me pasa con frecuencia,
podría estar equivocado. Los hechos dirán. Démosles tiempo, confianza y
esperemos que el buen padre Dios ayude, que buena falta nos hace.
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