domingo, 8 de marzo de 2009

Desgasta el viento de vivir
la montaña que somos, o el collado,
nos va haciendo,
a nuestro paso,
de acuerdo, además, con el plan
del buen
padre
Dios,
que, como Miguel Angel hizo,
con sus manos de barro, luz y genio,
nos va sacando
de la envoltura pétrea de la inercia
en que nos equilibra
la versatilidad de nuestra especie.
La vida es el taller del alfarero,
tristeza y alegría,
sombra y luz,
son las mitades de la rueda
del alfar.
Nosotros el cacharro
trabajado
con este esmero tantas veces fracasado
por nuestro desempeño.

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