Llega momento en que morir
ya no es lo peor que podría ocurrirnos,
un tiempo de recordar e ir borrando,
al manosearlos,
los recuerdos,
para volver a ser los niños que un día fuimos,
dejados de soñar
una sabiduría inalcanzable.
De volver
a buscar la luz
con los ojos cerrados
de aquella esperanza ilusionada.
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