martes, 17 de marzo de 2009

Me encuentro la calle cubierta de cristales rotos, pregunto y me dicen que las palomas. ¿Las palomas? –horrorizado por el recuerdo de la película-. Parece ser que han okupado, según el ejemplo humano, una casa vacía, y, perseguidas por algún enemigo infiltrado –tal vez el azor, puede que un simple gato o hasta es posible que una banda de gatos venida de sabe Dios qué remoto país donde los gatos se organicen en bandas y banderías como esas que han tomado para sí las noches otrora pacíficas de las ciudades- se precipitaron enloquecidas esta noche pasada contra los cristales de ventanas y balcones de su palacio y mira las aceras, ahora mismo, alrededor, nevadas de pedazos de cristal de variado tamaño. La policía ha puesto una cinta que marca la frontera de seguridad. Del otro lado, los pájaros, que ahora mismo han formado su bandada y giran sobre el parque, ensayando pasos de baile.

Me pregunto si ahora mismo, las palomas habrán contratado algún experto en mañas contrajurídicas para tratar de inscribir en el registro de la propiedad la de esta casa que conviene a sus intereses. Una casa que, si pasas atento como yo esta mañana, ya de vuelta a la mía, escuchas el dulce arrullo de pichones perseguidores y palomas tal vez núbiles, ansiosas y consentidoras, que tal vez nazcan camadas enteras de nuevas palomas enloquecidas, capaces de enfrentarse al azor y al humano que trate de acercarse. Me las figura revoloteando por todas las viejas estancias, subiendo y bajando por las escaleras rotas, jugando juegos voladores y de volatineros, entrenándose para atacar en formación, erizadas de picos.

Creo que con los pájaros, antes seminaristas de ángeles o puede que ángeles castigados por la perdición de su custodiado humano, ahora feroces bestezuelas conquistadoras de palacios y de castillos roqueros, puede que ángeles degradados, caídos, airados, no vale la pena que nos preocupe tanto la crisis económica esa de que hablan los periódicos nuestros de cada día. Sin dinero, está probado que cabe sobrevivir, pero ¿se puede sobrevivir a una guerra abierta contra los pájaros?

No hay comentarios: