En realidad, he de confesar, que se trata de mis digresiones. Por eso, advierto que para cualquier curioso lector, podrían ser poco interesantes, intrascendentes, banales y hasta aburridas. Entonces -me pregunto- ¿para qué las escribes? Aún no he hallado respuesta para esta pregunta.
martes, 24 de marzo de 2009
Se ha llenado el jardín, apenas patio, de vida y colores, y esta mañana, como colofón, a pesar de la insistencia malévola del nordeste, llegaron los primeros trinos de los pájaros, convocándose a preparar los nidos Y los vi, después, cargados de pajilla y pelusas, yendo y viniendo afanados en lo suyo. Y creo que el nordeste hasta ha aflojado el brío para darles un mínimo de facilidades, por lo menos este primer día o por lo menos el primero que me he dado cuenta de que ya están ahí, despreciándome, como cada año, las casetillas de madera que me vendió la florista con seguridades de que se pelearían por ocuparlas. Ni las miran, eso que pongo alpiste y briznas de paja en la puerta. Se comen el alpiste, los muy astutos, cuando no los veo, llenan el patio de cáscaras y se entremeten en las artadas de la ladera, por donde las madreselvas pondrán, a mediados de verano, su colofón desvaído de muchachitas lánguidas, delgaduchas y un poco lívidas.
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