Dondequiera que estemos será nada menos
que el fin del mundo. El mundo empieza y acaba aquí.
No hay más,
además.
que esa gente apresurada, que pasa,
aterrorizada
porque nunca llega
a ninguna parte.
Dondequiera que estemos no habrá más
para tocarnos, sentirnos, sujetarnos
que nuestras palabras. Por eso
te las clavo, una por una, te digo, y las anudo
alrededor de tu cintura,
me agarro
con ellas, como si te abrazase, a tu cuello
frágil.
Luego,
una palabra, un beso,
una palabra, un beso,
te recorro,
hasta que te conviertes
en luz de luna,
espuma,
huella de estrellamarina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario