lunes, 30 de marzo de 2009

Lo peor que puede ocurrir no es que un negociante sea avispado y trate de quedarse con todo o parte de los bienes ajenos. Lo mucho peor es que por añadidura sea un chapucero e intente hacerlo sin habilidad, gracia ni la prudencia que adornan al timador nato, que siempre deja al timado lo suficiente para sobrevivir y que alguien más pueda timarle, tal vez el mismo timador, en el futuro. Y lo peor de todo los que intentan talar siempre el monte a matarrasa y cazar cuanto animal se mueva en el área de la selva visitan. Las crisis económicas y del mundo se deben siempre a los más egoístas, sin perjuicio de tener que añadir en seguida que pocas veces son víctimas de sus manejos y encuentran en cada ocasión chivo que sacrificar como expiatorio de culpas ajenas, que son las suyas, las de estos navegantes de agua turbulenta, beneficiarios de todas las oscuridades, las nieblas, inundaciones y huracanes de la socioeconomía.

-¿Se refiere …?
-No me refiero a nadie. Digo que en cuanto alguien idea fórmulas de multiplicación de panes y peces, viene otro que intenta quedarse con el lote completo para beneficiarse en exclusiva. Y si se inventara la manera de aprovechar la energía del agua, en seguida habría quien procurase acotar cuanta puso Dios gratis en el mundo para tratar de cobrar por su uso y disfrute.

Hubo una vez un hermoso paisaje y conocí a un personaje que compró la especie de mirador desde que mejor podía disfrutarse, y ¿para qué quieres –le pregunté- ese páramo y esa palomera? Me contestó que para cerrarlo, tenerlo en exclusiva y vender si acaso entradas para pasar a ver las puestas de sol.

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