martes, 29 de noviembre de 2011

Consejo Social. Aprovecho para llorar por la vieja Fonseca de los tunos, con los libros empeñados y pidiendo préstamos para enseñar a la gente modos y maneras propios del tiempo que viene. Lloro por mi alma mater, andrajosa, valiente. Tendremos que sacarla adelante. Tendrán que hacerlo, mis nietos ya, y los tuyos, y los de ese otro que pasa. La Universidad tiene que estar en la explosión del tiempo que viene, cargado de novedades, recién descubierto. Alcemos la antorcha, con las fuerzas que nos queden, que la Universidad es indispensable para contarnos nuestra historia, abrirnos las ventanas y enseñarnos el indescriptible paisaje del futuro humano, en cuanto aprendamos a convivir con los malos, los ignorantes, los incapaces y los inútiles y comprendamos que entre ellos y nosotros formamos el tropel de la hermosa gente que puso en buen padre Dios para poblar el mundo. Me emociona formar parte, aunque sea aquí, en este esquina de la mesa del tercer piso, sesenta y seis escalones que apenas puedo ya arrastrarme para subir semiahogado, del edificio ahí dejado de la mano en una esquina de la plaza. La plaza se ennoblece con la sombra del antiguo edificio de la Universidad vieja, donde los bancos roídos de la carcoma y los colores de los reposteros gastados de que los miren cada año ojos nuevos, con la librería de la esquina, con los fumadores al sol tardío, otoñal, de la terraza próxima.

Hay mucho trabajo pendiente, en esto de la enseñanza y la educación que viene escrita en los márgenes de las páginas del libro del saber. Mucho más del que yo soy capaz de hacer, o cualquiera. Ni siquiera un joven ni un ejército de ellos bastaría, pero tenemos que poner el hombro y empujar con todas las fuerzas de cada cual, desde los viejecitos hasta el recién llegado que no sabe traducir los latines de las fachadas, los recovecos, ni los lemas de los reposteros. Inter médium montium pertransibunt aquae. Por lo más intrincado, entre las piedras, por donde parece imposible, atraviesa el agua clara, el agua viva. Por eso hay esperanza.

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