miércoles, 1 de febrero de 2012

Dicen de buena tinta que es el frío, esto que viene cabalgando la nieve. Fabes pintes, morciella esmenuzada, chorizu blandu, el toucín a bocaos, ya nun se pode grandes, que nun dan les prótesis ni les epéntesis, Dimpués una tortillina de patata, gorda, masuñada, ya de postre l’arroz cun cheite, tseite o comu quiérais icir, que hay quien hasta l.leite ya esplica en baxo que se prenuncie “ts”.

Frío, meseta abajo, nordés turbio de nubes, orvalla, Camín de la capital pequeña, donde siguen jugando a las palabras y me sumo al juego y bailan y se entrecruzan y al final creo que todos perdemos el hilo. Más lluvia, más camino. Anochece.

Ocúrreseme a min –dice el aldeano que contempla sin prisa el vaso terciado de vino que tiene delante- que por qué no-is-mandamos una cartina a los jodíos de Madrí y que se faigan cargo de todo, que lleven la tunomía, los del lao de acá ya los de allá y que s’arreglen ya los mantengan. Si, si, a tos esos que tais pensando.

El mundo, Europa, España, Asturias, mi valle, la villa agazapada, tapándose con sus dos brazos de pedruscos y lajas, como defendiéndose, agachada, de los latigazos y de los arrumacos, alternativos, de la mar. ¿Qué hacemos con, de, en, por, Asturias? Es hoy mismo como un retal hecho jirones y hay quien dice apenas un trazo, del lado de acá de los montes que bajan de la meseta, poblado por cada día menos supervivientes más escépticos.

¿Qué hacemos, algunos –esos otros ya sabemos que no sirven más que para comer y callar-, que no enseñamos los dientes?

Pues si. Manque sean postizos. A todos esos, del Eo p’allá, del Duero p’ambaxo. Mientras nos mirábamos el embrigo, bien que se apuraron, los del Eo p’allá, a preparase. Nosotros a la sopa boba. Hubo hasta quien creyó que el maná iba a ser pa siempre jamás de los jamases, pero diéronnoslo pa que calásemos. En cuanto nos vieron domesticaos, acabose. ¿Y ahora?

Les dejamos hacer. Todo un espectáculo. Y para nuestro acendrado, acertado, agudo, implacable sentido crítico, una divertida secuencia propicia para la ironía, la charla de café, el augurio de males, hasta que de pronto nos llegó al toldo la subida de la marea, ¿y ahora?

Como pitos moyaus, así tamos, apegadinos al terrén.

Desconcertados, incrédulos, escépticos. ¿Quién podrá subirse al bidón, quitarse la chaqueta, hallar las palabras? “Una arenga, una bandera, un tambor”. Una arenga para imaginar, una bandera para proyectar, un tambor para marcar el paso.

-¿Y qué hacemos con ellos?
-Lo de siempre. Dejar que los muertos recojan y entierren a sus muertos.

No hay comentarios: