No echas de menos otro tiempo, siempre, si antañón, peor, lo que echas de menos es tu juventud. Recuerdo, de joven, haber sido feliz un día. Era por la mañana, casi media mañana. Recuerdo el lugar exacto. La casa estaba bajo el nivel de la calle y estaba subiendo el tramo de escalera, hacia su mitad. Caía el sol como a chorros. De pronto, pobre como era, pero joven, me sentí extremadamente feliz, libre de pesos, de preocupaciones. Nunca, antes ni después, en la multitud de acontecimientos, vicisitudes, situaciones, recuerdo haber vuelto a sentir aquella sensación. He estado más triste, acongojado, más alegre, exultante, pero no tan feliz, nunca, como aquel día, sin motivo que pueda recordar que lo justificase. Ni sé qué pudo ocurrir inmediatamente antes, ni lo ocurrido después, aquel día o sus inmediatos anteriores o posteriores.
Supongo que es que cuando joven, todo lo es contigo, tu entorno y tu gente. La juventud se contagia. O por lo menos, tú, desde esa atalaya, puedes admirar la belleza del paisaje en que consiste el privilegio de estar vivo y sentirte capaz de emprender cosas y caminos sin límites. Casi cualquiera puede.
Es tan inconmensurable el privilegio de vivir que incluso en medio de la más terrible desesperación cabe imaginar no sólo un alivio, sino incluso el tiempo de bonanza que sin embargo hay a quien no llega. Estar vivo es algo por dondequiera que lo mires desmesurado, para bien y para mal. Un misterioso avatar, que nos toca como cuando sacas de la bolsa un número imprevisible.
Somos, creo, aprendices de algo que se nos enseña a batacazos, en medio de una batahola de ruidos y colores inexplicables, al final de los cuales emerges como el proyecto de tela del batán, aturdido y tundido, pero lleno todavía de mayor curiosidad, una curiosidad aparentemente insaciable. Tanta energía cabe en un humano que en plena ola de este frío que nos encoge estos días, alguien, me dicen, va a emprender la aventura de recorrer Groenlandia en bicicleta y otros dos han ido por gusto y sin finalidad práctica alguna al polo sur.
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