En realidad, he de confesar, que se trata de mis digresiones. Por eso, advierto que para cualquier curioso lector, podrían ser poco interesantes, intrascendentes, banales y hasta aburridas. Entonces -me pregunto- ¿para qué las escribes? Aún no he hallado respuesta para esta pregunta.
miércoles, 22 de octubre de 2008
Creo que el intercambio mediante que se cede moralmente por razones económicas podrá hasta ser alguna vez justo y hasta equitativo, pero es siempre mezquino y reprobable. En lo ético no caben –según mi criterio- otras razones ni motivaciones que las éticas, imposibles de valorar ni de manera aproximada en dinero o bienes, por inmateriales que estos bienes conceptualmente sean. Estimo que lo que debe hacerse o dejar de hacer por criterios morales acordes con la propia conciencia no puede admitir el concepto de contraprestación material, ni siquiera con el disimulo de atribuir a tercero el beneficio, ni siquiera cuando el tercero lo necesite. Sólo pueden retribuirse los servicios, pienso nunca cabe pagar lo que se hace por deber moral. Es más, opino que lo que se hace o deja de hacerse por deber moral no es ni siquiera susceptible de agradecimiento del beneficiado. -
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