Recorreré el jardín con tu recuerdo
cogido de la mano,
ahora que es otoño, apenas quedan hojas indecisas
en la frondosa selva del haya,
te llevaré al rincón donde fui niño,
a donde estaba
cuando mi primera
desilusión,
te enseñaré el lugar donde soñaba
que tú podías existir,
te pediré que me cojas
la cara, entre tus manos y me des
un racimo
de palabras de amor, aunque no sea
verdad
que me quieres,
el amor, casi siempre, es un hilván, un centón
de mentiras hermosas,
luego abriré los ojos, y,
con suerte,
estaré aún aquí, donde la tarde
se va haciendo
melancolía.
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