En realidad, he de confesar, que se trata de mis digresiones. Por eso, advierto que para cualquier curioso lector, podrían ser poco interesantes, intrascendentes, banales y hasta aburridas. Entonces -me pregunto- ¿para qué las escribes? Aún no he hallado respuesta para esta pregunta.
lunes, 13 de octubre de 2008
Desde esta cofa en que usualmente habito, un rincón con vistas a lejanía, Obama me parece que supone aire fresco, un recuerdo de Kennedy –apertura de ventanas por las cuatro fachadas de la torre de marfil, propósito de revisión de la sociedad y de sus modos-, McCain me recuerda en cambio a mi querido abuelo, todo bondad, renovación y esfuerzo, pero demasiado cansado para sobrenadar el tsunami del futuro, que parece tan incontrolablemente imprevisible a medida que se agota el tiempo de que como máximo disponemos.
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