viernes, 10 de octubre de 2008

Era una lejana ciudad,
estuve una vez vagando por sus calles
y me encontré una estatua
conmovedora.
Volví, años después,
la busqué,
recorrí las calles del laberinto, la judería,
fui hasta el último rincón.
No estaba. Fue
como haber olvidado algo para siempre,
como haber perdido, sin hallar previamente,
el gesto de la mano,
la expresión.
Sabe alguien explicarme quién
hace y deshace las ciudades, cambia
los paisajes,
reconstruye el mundo tras de cada puesta de sol,
o si es que vagamos
de un mundo a otro, tras de cada sueño
y tú no has sido tú, jamás,
ni soy yo ese que recuerdo, sino el que sueño
todavía
como si aún fuese posible.

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