miércoles, 1 de octubre de 2008

El viejo y sabio buho,
aferrado a su rama,
con la miara fija,
atenta,
a sobrecogedoras lejanías.
El viejo,
blanco,
buho,
habitual de la enramada de los mirlos,
las zarzamoras
y las madreselvas, que conoce
-dicen-
los nombres
de todos los hombres y de todas las cosas posibles.
Ha muerto,
en pie
como su árbol.

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