Imagino
haber perdido todo cuanto estorba
a ser sin más,
ni el adorno de la luz dispersa en los colores,
ni el tacto,
que es preludio de la eternidad del amor,
ni escuchar, sólo entender
el sonido,
haberse convertido en lo inmóvil
y el miedo se me muere en las manos,
latiendo
igual que el mínimo corazón de un pájaro cautivo.
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