Me duele mi sombra,
la que me arrastra
cuando parece que soy yo el que va, y es ella
la que viene,
persiguiendo,
comiéndose mis sueños.
Hoy me duele
con ese constante
afán
de obligarme a callar.
Mi sombra, no sé si ya lo dije,
es como un manantial de silencios
donde contemplo ahogarse, indefensas,
mis mejores palabras,
las más acertadas,
las de amor,
las que podrían, por lo menos, ayudar
a salvar una parte del mundo.
Es mi sombra,
la mía,
la que dondequiera que voy, cuando llego,
me espera
con esa sonrisa suya, sarcástica.
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