sábado, 1 de octubre de 2011

El tercer tomo, y, provisionalmente, el último de la trilogía de Gironella, en su época sorprendente friso de guerra y posguerra, se llamaba, con aquella ilusionada esperanza característica del desgarrado escepticismo de Grironelle, “ Ha estallado la paz”.

Sólo lo parece, cuando la paz parece no sólo que estalla, sino que invade el jardín como una de esas plantas que se lo comen todo y todo lo ocultan, abruman y es como si hubiesen sustituido para siempre a la realidad.

Mucho más tarde, en etapa más avanzada de su vida, Gironella escribió un colofón que tituló “Los hombres lloran solos”.

Cada vez que comprueban que nada es, por lo menos del lado de acá, eterno ni definitivamente cierto, los humanos lloran-

Los humanos, salvo cuando fingen y por eso les interesa ser vistos, se retiran, para llorar de veras, a la soledad. Una buena llantina de un adulto, es como una riada, que limpia la vega y en cuanto quitas los pedruscos y restos de ella, te encuentras con tierra parecida a la que dejaba, cuentan, el Nilo, en la época de los faraones, para bienestar y abundancia de los egipcios.

Leo con singular deleite el Yo confieso, de Jaume, cuya traducción del catalán tardó inexplicablemente tanto, siendo, como sin duda es, un texto que merece ser leído sin prisa.

Me maravilla cada vez más la complejidad de la naturaleza humana y lo fácil que sin embargo resulta a unos pocos llevar a muchos a ideas preconcebidas y consignas que llegan a considerarse de obligado cumplimiento. Se me ocurre y escribo en una pequeña agenda donde caben poco más que pensamientos:

“Si no eres un hombre de acción, es probable
que seas un pensador,
corres por tanto el riesgo
de ser un soñador
y si lo eres
puede que no hayas
estado nunca en este mundo”

Tal vez como consecuencia, en la página siguiente, añado:

“Si no estuviste
¿quién fue esta sombra?
¿cuál
es tu destino?”

Cierro la agenda, me quedo pensando, y, a poco, me quedo dormido. Tal vez nunca haya respuestas y las neuronas, sabias, desisten espontáneamente de buscarlas. No hay que olvidar que sólo usamos una parte de sus posibilidades y ellas manejan el resto, juegan con el subconsciente, tal vez viajan en el tiempo y el espacio y por eso soñamos también cuando dormimos esos sueños pocas veces comprensibles.

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