Cuando como consecuencia de la implantación de un régimen de libertades se produce una evidente crispación, que desemboca en violencia y agresiones físicas y morales, no cabe deducir sino que el grupo social en que se hizo, se logró o se impuso el régimen de libertades no estaba todavía preparado para ello.
Un régimen de libertades, un desarrollo político en ámbito de libertad sólo es posible cuando el grado de civilización de sus destinatarios o protagonistas, según se mire, haya pasado la raya de separación que en su evolución histórica la separe de la barbarie.
Es relativamente fácil identificar a los bárbaros. Son los que todavía ignoran que la libertad tiene límites y que esos límites vienen definidos por los de la libertad del vecino, del prójimo, del hermano, del camarada, del colega o comoquiera que queráis llamarlo.
En seguida se advierte en las formas, la educación, un mínimo indispensable de cortesía, el primer síntoma identificativos de quienes pueden llegar a pensar que hay otros a su alrededor en que pueden apoyarse para obtener beneficios personales, cuando lo que hay alrededor son otras personas en concurrencia con las cuales pienso yo que debe intentarse la realización personal del conjunto.
Entender que las personas somos esencialmente iguales, pero individualmente todas distintas es indispensable asimismo para entender que la sociedad necesita organizarse con absoluto respeto de la dignidad de cada cual, pero con arreglo a las condiciones y capacidad de cada miembro.
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