viernes, 25 de septiembre de 2009

El mundo robótico inspiró a Asimov una serie de leyes, especie de constitución, cuerpo legislativo con vocación de inmutabilidad, para proteger a los humanos contra las decisiones posibles de un robot, que se supone por este autor podrán ir siendo a lo largo del tiempo cada vez más sofisticadas y complejas, hasta llegar a parecérsenos de tal manera que conciban la idea de matar como salida posible de cualquier problema susceptible de motivar, ya que no justificar, los actos de un delincuente.

Me pregunto si en los mundos imaginario y de las hadas se habrá pensado en introducir por la autoridad en cada caso competente las convenientes reglas, el cuerpo jurídico, el ordenamiento jurídico positivo indispensable para tratar de regularizar y someter a limitaciones casi razonables el comportamiento humano. Supongo que sí.

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