La materia del sueño es huidiza, como la del alma. Hacen sospechar la inexistencia del sueño y del alma, cuando es tan evidente que el alma está ahí y el sueño es por lo menos probable que tenga algo de verdad, por más que sea posible, además, que sea en otra parte. Yo me manejo, a lo largo de cada día, con este andar tanteando en lo que llamo los mundos de afuera, aunque esté convencido de que están en éste. Pero no del todo convencido. Podría ser que el mundo de lo imaginado tenga un lindero con nuestro mundo y otro con otro mundo, más o menos imaginable.
Distingo entre el mundo de lo imaginado, es decir de lo ya imaginado, y mundo de lo imaginable, de que forma parte cuanto, siendo imaginable, todavía no he sido capaz o no he tenido tiempo de imaginar. Ambos forman parte de lo imaginario. Un territorio en que funcionan casi todas las utopías, a pesar de los esfuerzas del subconsciente por trasladar a él el miedo de este mundo de lo habitual y rutinario.
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