La vida, me dicen, es esto y es lo otro.
Y cada cual trata de llevarme a su carromato, donde se cuecen
los agrios condimentos de su ira.
Habría que hacer, me insisten, milagros,
pero el milagro es como la cresta, la crin del esfuerzo,
su añadidura,
que unos decimos que pone en buen padre Dios y otros
que la casualidad, la naturaleza o es una parada
que hace el viento que pasa
para tomarse un respiro. Todo está en manos del viento.
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