Comprendo, desde su perspectiva, que a alguien le haya tentado construir en España, donde Castilla se venía haciendo silencio, una ciudad del juego y sus complementarios.
Una serie de resultados electorales y una actitud de las diversas y diferentes formaciones políticas, más que justifica el vaticinio de que en un futuro previsible a medio plazo, seremos lugar de vacaciones de la vieja Europa y parte de las Américas. Harán falta rutas turísticas, atractivos para la curiosidad histórica, juerga modernista y faltaba el juego, con sus complementarios. Al fin y al cabo, si ésta es una ciudad que va a nacer en la meseta pura y dura, Las Vegas está en medio de un inhabitable desierto.
Era la tercera opción, a falta de posibilidad de tener una economía competitiva o territorio y mano de obra atractivos para el establecimiento de factorías de grandes empresas multisocietarias y multinacionales.
Ni bueno ni malo, ni criticable ni encomiable. Un modo de supervivencia. Al fin y al cabo, las gentes también necesitan administrar su ocio y disfrutarlo, y alguien ha de disponer de una organización que garantice hasta el límite de lo posible que el descanso sea, a elección del consumidor, o apacible y solitario o multitudinario y dislocadamente disparatado.
Si hemos de vivir, han de vivir del turismo, el festejo y el ocio de otros, tenemos que aprender a organizarlo de modo que vengan muchos clientes.
Para cuando eso llegue, que es probable que los vejestorios como yo estemos muertos, os recomiendo que tengáis previsto un desembarco de los señores oscuros. Suelen venir sobrevolando ese dinero que fluye con mayor facilidad cuando, de vacaciones, parece inagotable y total, derrocharlo una vez al año tampoco parece que vaya a arruinar a nadie. Y con ellos desembarcarán los agentes de su autoridad, los ejecutores de sus leyes, los vendedores de sus mercancías letales.
Cosas veredes …
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