viernes, 23 de marzo de 2012

Sales del fondo de ti,
deslumbrado,
es la primera vez, para todo
hay
una primera vez:
para ver el mar,
leer un libro,
ver la muerte al lado, en un cuerpo recién abandonado
por la alegría,
la energía, eso
indescifrable, que llamamos vida.

Sales
de la caverna en que estuviste toda una niñez,
ves por primera vez un árbol conociendo, ahora
su nombre. No es un árbol,
es un abedul,
un sauce llorón, un cerezo
en flor, justo ahora,
que acaba de llegar la primavera.

Y, de pronto, te cae sobre los hombros, vela
la luz
el crepúsculo.

Y casi sin espacio para tener miedo,
te cubren las sombras. ¿Habrá
-te preguntas-
otro día, del otro lado de noche?

¿Habrá otra tierra, más allá de la mar?

¿Habrá siempre, pase lo que pase,
un poco más allá,
otra cosa,
algo?

La duda
es la que obliga, asegura, convence
de que es necesario andar
la duda es el acuífero,
la alfaguara copiosa
de la esperanza.

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