Nada que objetar al desánimo de los desanimados. La televisión, eco en este caso del los hombres y las mujeres del tiempo, ha avisado de que el lunes lloverá y el jueves y el viernes de Semana Santa arreciará el temporal de lluvias de abril, aguas mil, que al parecer quiere hacer honor a su nombre.
Subirá, hala que te corre, la procesión del jueves, sin perfume de madera quemada, primaveral, y las demás saldrán o no, según los claros. En la iglesia se atragantarán con el incienso varios alérgicos, que, como todos los años, han de insistir en tratar de soportarlo, y, a pie de retablo del altar mayor, firmes como en la mili antañona, se estarán los cofrades de guardia.
Cuentan hoy los periódicos de la regañina no se si episcopal, archiepiscopal o del Santo Oficio a un teólogo gallego cuyas cavilaciones se tildan de asomarse al hondón de la herejía. Se cruzan corteses, pero tensas comunicaciones directas e indirectas, Asusta, por lo menos, que se enfrenten los que dicen estar más enterados y seguros, cuando a tantos de los menos enterados nos estremecen tanto los novísimos.
La gente se sigue apuñalando, alegre y torva a la vez, en los mechinales de cada noche de primavera, como si fuese invierno. Impertérritos, los del mínimo escenario de la ventanilla de cada estar comedor del país, sin parar siquiera mientes en las estrecheces del presupuesto del Estado, siguen enredados en sus dimes y diretes, de ahora me caso, ahora me descaso, te quiero, no te quiero, y una riada de euros acompaña cada banal evento, que abre los ojos y se entra y apodera del magín de una audiencia que dicen creciente. Aumenta la sombra y se apodera de Fantasía, se nos escapa el mundo de las manos y si gritamos pidiendo ayuda, las vaharadas de las tormentas solares vienen a interrumpir las comunicaciones.
Menos mal que hoy se juegan varios trascendentales partidos de fútbol, es “finde”, como ahora le llaman a lo que empezó por fin de semana anglosajón y campestre exclusivo para ricachos cazadores de raposos al galope y dentro de poco habrá un Barça Madrid, que siempre dan que hablar, comentar, debatir y al final se acaba por poner al árbitro de chupa de dómine, es decir, como no digan dueñas, cosa que harán, según corresponda, los tirios o los troyanos, ya veréis.
Y nos queda el rabo por desollar de las postelecciones.
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